¡¡Club IPI se va al Tibidabo!! El emblemático parque de atracciones de la ciudad condal nos esperó con los brazos abiertos. Un lugar rebosante de ilusión… ¡Y de diversión! Como todos sabéis, desde el club IPI promocionamos un estilo de ocio basado en el respeto y la cooperación. Y no hay nada mas cooperativo y respetuoso que subirte a un auto de choque con uno de tus amigos y pisar fondo para estamparte contra el vecino, ¿Cierto?

Pero agárrense, que vienen curvas, y nunca mejor dicho después de un comienzo de alto voltaje. Con tanta emoción y adrenalina, a uno le puede venir el “caloret”, así que tocará refrescarse. En cualquier otro lugar, refrescarse significaría ir a un bar, tomarse una fanta tranquilamente… pero estamos en el Tibidabo, y aquí refrescarse quiere decir subirse a toda castaña a los troncos y empaparte más que corriendo la carrera del Corte Inglés. La diferencia es que de quejas, ni una. Por lo contrario, más de un espabilado tomó la sartén por el mango haciendo cola justo al salir para repetir (y vaya que si con éxito). Ropa empapada, pero muchas sonrisas.

Ahora bien, está claro que con la ropa bien mojada uno puede agarrar un buen constipado, así que tocaba poner la ropa en la secadora… un momento, ¿Qué no hay secadora en el Tibidabo, me comentan? Nada que no tenga solución, una breve “vueltecita” en la montaña rusa y sales más seco que del Sahara, para los valientes que se atrevan.

Obviamente, por una de cal también una de arena, y hubo tiempo de sobras para hacer actividades más sosegadas. Perdidos en el laberinto de espejos, navegando los interiores del tren de la bruja o simplemente disfrutando del simple placer de cabalgar un tiovivo, nos aseguramos de vivir una jornada inolvidable, colmada por la novísima inclusión de gafas de realidad virtual en el paseo en tren, con el que de una vuelta por el bosque pasas a una trepidante huida por minas y cavernas.

No es difícil de creer que, con todo esto, hubiera un gran deseo de quedarse y seguir explorando las maravillas del parque. Pero el tiempo es limitado, aunque la alegría sea infinita. Cerrando la jornada, decidimos que la mejor manera de sintetizar toda la emoción y cariño que nos teníamos era nada más y nada menos que una segunda tanda de autos de choque. Porque a falta de pan, buenas son tortas, y de esas hubo para dar y repartir, ¡¡¡Pisando fondo!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.